sábado, junio 24, 2006

En Tierra de Molinos y Ovnis



Puede que, cuando Chris Carter ideara a Mulder y Scully, creyera que había creado algo nuevo y original. Tal vez pensara que había descubierto una mirada distinta y original a finales del siglo XX. Hablo en forma subjuntiva porque, evidentemente, desconozco lo que rondaba por la cabeza del creador de la serie Expediente X. Quinientos años antes, alguien ya había intentado algo parecido y le fue bastante bien.


Mulder es a Don Quijote, lo que Scully a Sancho Panza. Entiendo que se trata de una premisa agresiva y plagada de excepciones, pero la metáfora se entiende perfectamente y ayuda en la comprensión de la perspectiva de la serie de televisión. Existen grandes diferencias, lo admito. Don Quijote es un loco en un mundo real, mientras que Mulder parece estar loco en un mundo que vive bajo el engaño. Aunque también existen grandes similitudes como Sancho y Scully que aportan cordura y serenidad a ambos protagonistas. Ambos cuerdos tienen raíces muy diferentes. Sancho simboliza la sabiduría popular de la época, la del hombre campesino y rural. Scully representa el conocimiento científico, basado en las leyes de la lógica y la ciencia. Son dos cuerdos distintos, pero que comparten la afinidad de ser referentes de la época para el sentido común.

Don Quijote responde a la premisa del hombre que ha sucumbido a la locura, tras años de ociosa lectura y alucinaciones. Es un loco gracioso y casi inofensivo en un mundo irreal que le supera. Mulder, en cambio, cree en una realidad distinta, pero vive una vida auténtica. Ante los demás, ambos están chalados y ahí reside su particularidad. La verdad para Mulder es tan sagrada como la vida misma, tan sagrada como los votos de caballería para Don Quijote. Ellos no se creen locos, no pueden. Luchan por que la gente vea el mundo tal y como ellos lo hacen, pero resulta una labor tan infructuosa como inútil porque siempre les supera.

Scully y Sancho comparten muchos más nexos de unión. En primer lugar, son los encargados de recoger los pedazos que quedan cuando sus compañeros fracasan. En segundo lugar, ambos se esfuerzan por hacer entrar en razón al otro, pese a que resulte una labor imposible y sacrificada. Ni Sancho, ni Scully serían tan venerados si faltara su opuesto, porque de ellos reciben la genialidad. Seamos sinceros, Sancho no sería nadie de no acompañar a su señor y, por el otro lado, Scully no dejaría de ser una agente del FBI de no haber conocido a Mulder. En tercer lugar, y no por ello menos importante, ambos demuestran una fidelidad que va más allá del deber y un respeto que sobrepasa los límites razonables. Sendos escuderos alcanzan una devoción más mística que humana.

Y ahora que ya me he metido en el charco y el lodo me sale por las orejas, me trae sin cuidado profundizar un poco más en las similitudes de “El Quijote” y Expediente X; aún a riesgo de escandalizar a los más heterodoxos lectores. No pretendo – no es al menos mi intención, - ensalzar la serie de televisión a costa del libro. No sería lógico porque el mérito de la serie está mucho más repartido y depende de productores, actores, directores etc. Que nadie saque esta lectura, especialmente con lo que voy a exponer a continuación.

Tanto el libro como la serie explotan el concepto de los dos personajes, el cuerdo y el loco que emprenden un camino del que no saben donde les puede llevar, ni como acabará. A diferencia de las obras clásicas que ensalzaban la figura del héroe o el protagonista, Cervantes propone un binomio. No soy experto en literatura clásica, pero me atrevería a sugerir que es uno de los precursores en este campo. A diferencia de clásicos como el Cid o, algo más antiguos, como Ulises y Eneas, donde el protagonista es un solo hombre contra su destino. Algo similar ocurre en la serie. Carter construye la serie pensando en los dos protagonistas, algo inaudito en la televisión. Recordemos que hasta la octava temporada, en los títulos de crédito Anderson y Duchovny son los únicos que aparecerán en la placas del FBI. En ambos casos, los protagonistas inician su particular camino hacia lo desconocido como protagonistas de la serie, con la misma importancia, aunque sea una formalidad (Opino que Mulder es mucho más protagonista que Scully). Los dos participan de un viaje ; tienen un camino que deberán recorrer y afrontan un destino que parece escrito a sus espaldas.

El Quijote, además de muchas otras cualidades, supuso el fin de la novelas de caballerías. No es que dejaran de leerse, al contrario siguieron leyéndose durante mucho tiempo, pero sí que dejaron de escribirse porque ya no tenía demasiado sentido. Cual moda, desaparecieron de los tinteros de los escritores y, quizás, Cervantes contribuyó a mejorar la literatura del siglo de oro español. No nos engañemos, las comedias de capa y espada siguieron representándose como forma de diversión; pero muchos escritores optaron por profundizar más en los temas con Cervantes y Shakespeare como referentes universales.

Algo parecido supuso la serie en la televisión. Hay un antes y un después de Expediente X donde la inteligencia y el factor psicológico desempeñan un factor más importante en la trama. Se han seguido haciendo culebrones y comedias familiares; en ese aspecto nada ha cambiado, pero la manera de tratar a la ciencia ficción sí lo ha hecho desde entonces. Sin duda alguna, se superó el estereotipo de los actores en pijamas y hoy valoramos mucho más el contenido emocional de las series de televisión y la importancia de los personajes como elementos que construyen un argumento. En segundo lugar, la serie también contribuyó a denostar el arquetipo de policía duro, insensible y perdonavidas, del que algunos actores habían logrado hacer un arte repetitivo y monótono; completamente alejado de la realidad. Por desgracia, como toda moda resurgirá tarde o temprano. Lo importante es confirmar, en este caso que es el que nos atañe, que la serie ha provisto al mundo de la ciencia ficción de un referente de calidad, donde se mezcló la intriga y el misterio con la inteligencia y un contenido de calidad.

Fijémonos hasta que punto la serie constituye un referente que los actores, diez años después, todavía no han conseguido superar a sus personajes. Tanto David como Gillian continúan siendo devorados por Mulder y Scully, metafóricamente hablando, como Saturno y sus hijos. Lo han intentado, pero la fuerza de los personajes y de la serie les oprime y pasarán aún algunos años hasta que puedan remontar el vuelo en sus carreras. Algo similar le sucedió a Cervantes. ¿Si preguntáramos a alguien de la calle hoy, podría decirnos alguna obra de Cervantes que no sea el Quijote?

Creo haber argumentado algunas similitudes o casualidades entre la serie de Carter y el libro de Cervantes. Como toda comparación, por odiosa que sea, ayuda a comprender y a tener una imagen más clara de lo que tenemos delante de nosotros. Hay poco del Quijote en Mulder, pero hay mucho de Sancho en Scully. No me cabe la menor duda. Y mientras haya un molino sobre el que abalanzarse, también existirá un Sancho que diga: “Mire vuestra merced, que no son ovnis. Son molinos.”

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