sábado, junio 24, 2006

Grandes Villanos I Darth Vader

Seis películas y una saga interminable de historias rodean a un personaje que ha pasado de ser uno de los villanos más temibles de la historia de la ciencia ficción, a un niño con un destino incierto que nos ha hecho estremecer a muchos.


Vader es ya hoy un personaje de culto dentro del universo de la ciencia ficción. Lo es por méritos propios, de eso no hay duda, porque aunque sea discutible, el hecho de que el personaje malvado eclipse a los personajes supuestamente buenos dice mucho de él. En efecto, cuando miramos la trilogía de la Guerra de las Galaxias teniendo en cuenta los tres primeros episodios que empezó a rodar Lucas en el año 1999, nos percatamos de que el hilo argumental está hilvanado sobre la vida y milagros del villano, no de los protagonistas de la trilogía original, que resultan más un accidente necesario en la trama, que los herederos o tomadores del testigo del peso en la trama argumental.

Hagamos una pequeña reflexión sobre el personaje y analicemos su idiosincrasia teniendo en cuenta, de momento, la trilogía original de Star Wars. Lo primero que vemos es su porte agresivo, su altura y su vestido negro que le protege y aísla del exterior. No hace falta que hable demasiado, sabemos que él dirige al resto de soldados blancos que le acompañan, pero cuando lo hace, un estruendo gutural y amenazante nos invade y atrae nuestra atención hacia él. Lo segundo que no olvidamos es que la gente a su alrededor le teme, y lo hacen porque posee unas habilidades que le diferencian del resto de los mortales, convirtiéndole en un villano casi intocable. Curiosamente, no sé si mucha gente es consciente de ello, pero quien hace un descripción tenebrosa de este ser es su antiguo maestro, Obi-Wan. Casi todo lo que sabemos de su pasado lo escuchamos por boca de éste, que un día fue alguien bueno, que algo le sedujo hacia el mal y que es más una máquina que un ser humano, lo que explica su vestido agresivo y su casco, un elemento de reminiscencias samuráis. Además, su sable de luz de color rojo cuando encara a Obi-Wan, su antiguo maestro, le delata y su inquebrantable deseo de venganza – mata a sangre fría y sin dudar a su viejo amigo por lo que le hizo – le dibuja como alguien sin compasión, ni remordimientos. Finalmente, tampoco puedo resistirme a tratar el aire de poder que emana de Vader hasta convertirle en un ser intocable, casi todopoderoso durante toda la trilogía original; no en vano en ningún momento Luke llega a derrotarle por sus propios medios. En la trinchera de la muerte recibe la ayuda de Han Solo; en el enfrentamiento al final del “Imperio Contraataca” es incapaz de derrotarle pese al entrenamiento recibido por el maestro Yoda y, en su último encuentro frente al Emperador, Luke sólo puede recurrir a las habilidades del lado oscuro – el odio – para zafarse del acoso de su padre y vencerle. Vader siempre es mejor que sus oponentes, no necesita ensuciarse las manos, pero cuando lo hace, es tan cruel como certero. Su simple silencio nos estremece y su presencia habla por él.

Lucas, en el fondo, nos lo pone fácil porque en la trilogía original, recordemos que se empezó a rodar en 1977, sitúa perfectamente a los personajes en un lado o en otro, sin demasiadas ambigüedades en la trama que nos desvíen la atención en ese aspecto. La estética también ayuda cuando mentalmente nos imaginamos al malvado de la trilogía en contraposición al resto de protagonistas. ¿Cuál es la metáfora que representa Vader como arquetipo? No tengo dudas; el triunfo del mal sobre el bien. Por lo menos, eso es así durante las dos primeras películas de la saga. Por lo que no es de extrañar que la segunda trilogía, que empezó a rodarse en 1999, centrara sus esfuerzos en justificar la maldad del personaje de Vader o, por lo menos, en describirla. Escuché una vez a Lucas decir que los androides (C-3PO y R2-D2) eran los ojos de la saga, que todo sucedía frente a ellos para ser los ojos del espectador. No seré yo quien contradiga al creador de su historia, pero bajo mi humilde opinión, toda la trama pivota inexorablemente alrededor de Vader y la segunda trilogía acabó por reafirmarme en mis sospechas. De hecho, a excepción de los androides, sólo hay dos personajes que aparece en todas las películas; esos son Vader, ya sea como niño o como villano, y su maestro Obi-Wan quien es en parte responsable del destino de su discípulo. Las dos trilogías constituyen la vida de Anakin, desde que le encuentran en un planeta perdido y se convierte en Jedi, hasta su muerte al lado de un hijo que le hace salirse del camino equivocado y retomar su destino.

¿Qué aporta la segunda trilogía al personaje? Creo que dos elementos muy importantes. En primer lugar, le dota de un camino, de un recorrido que implica al espectador en el entendimiento de sus acciones. En la primera trilogía, simplemente le vemos como a alguien malvado que es redimido por su hijo. En cambio, cuando observamos el proceso entero comprendemos los motivos de su caída, le vemos siendo manipulado hasta convertirse - durante el éxtasis final de la última película - en un ser cargado de odio, que ha emprendido un tortuoso camino y que no ha sido capaz de sobreponerse a su entorno; por los motivos que sean: el miedo, una guerra, las malas compañías, la mala suerte etc. Recordemos que todo héroe o antihéroe que merezca la pena, deber recorrer un camino y, gracias a Lucas, en los últimos ocho años hemos podido ser testigos de ese viaje. En segundo lugar, la última trilogía dota de razones a la maldad del personaje. Su maldad no es un hecho banal y sin importancia; sino que tiene unos fundamentos profundos anclados en el resentimiento y en el miedo del pasado. El Vader de la trilogía original no piensa en términos de bien o mal, cree saber quien es y escupe en el pasado porque no encuentra nada que le valga la pena allí. Nada hasta que aparece su hijo y una realidad distinta aparece y se abre ante sus ojos tras la máscara. Su odio es tan intenso y su dolor tan profundo que le resulta imposible desembarazarse de él sin más y, aunque lucha, no puede arrancárselo de su interior, ya embrutecido por los años.

Personalmente, entiendo que las grandes reticencias de los seguidores de la saga vienen por el cambio de acontecimientos que llevan a ablandar a uno de los grandes villanos de ficción. Para ellos, no hay otra respuesta que el simple análisis del personaje. A diferencia de muchos otros malvados, Vader se redime. Pocos lo hacen, eso es cierto, pero no implica que haya debilidad en el personaje, aunque ciertamente sea discutible. Vader pasa de ser el arquetipo que representa el triunfo del mal sobre el bien, para convertirse en la representación de que los malvados pueden dejar de serlo. En definitiva, que uno puede renunciar a un pasado tenebroso y acometer su destino. El villano, en su maldad, se había apartado de su senda y se había impuesto al destino que le aguardaba. No nos engañemos, donde Anakin fracasa, Vader logra triunfar con la ayuda de su hijo. Aunque los veamos como unidad, son dualidades bastante distintas. La trilogía original muestra el triunfo de Luke y el fracaso Vader, mientras que la nueva nos conduce hasta la derrota del protagonista. Es normal que los seguidores de la serie les cueste aceptar la nueva trilogía. ¿Acaso el hecho de que en “El Retorno del Jedi” Vader se quite la máscara y en “La Venganza de los Sith” a Anakin se la pongan … es casual? No, de ninguna manera. La metáfora es obvia, en el momento que Vader se quita la máscara para ver a su hijo, se convierte en Anakin de nuevo y el círculo se cierra. El poder de la máscara, su imponencia visual para conformar a un ser cruel resulta demoledora. Al final de la historia, quitarse la máscara supone, no sólo renunciar al pasado, sino llegar al final del camino y dar nombre a la película con más fuerza todavía: “El Retorno del Jedi”.

En el lado negativo, siempre he tenido la sensación que Vader es una fachada dentro de una trilogía perfecta, hecha a medida y con medida por Lucas. El final es optimista y está pensado para un público infantil, por lo que carece de cierta profundidad, aunque no de moraleja. Tal vez, en una historia más verosímil, el villano no hubiera regresado o se hubiera repuesto de su caída, pero en el mundo perfecto del creador de la serie, esto no es así. Anakin no es un Jedi descendiente que toca fondo y se hunde sin remisión, rezumando odio por cada poro de su piel y sus circuitos. Cae y se levanta al final de su vida para cumplir con el destino que le habían profetizado. Así, que la maldad que le forzaba o guiaba a romper con su destino, finalmente cede ante la imagen de su hijo luchando a su lado contra el Emperador. Al final de ambas trilogías, de forma extraña, Vader pierde vileza en comparación con el Emperador, quien se erige como el auténtico villano malvado de la saga. El Emperador no necesita justificarse en su crueldad. Es quien es, pero tampoco dispone de la magnanimidad de su discípulo. Esto no hace, sino afirmarme en mi convicción de que el protagonista de Star Wars es Vader y, como protagonista, no puede ser el malo, tan solo flirtear con la maldad.

En su día fue un personaje que encarnaba una vileza cruel y desmedida, por suerte o por desgracia, en el conjunto de la serie no es así. En la actualidad, muchos vemos a Vader de niño. La foto de la película en que la sombra del crío contra la pared reflejaba a la de Vader me pareció muy acertada. En el fondo, define perfectamente nuestra idea del personaje en el siglo XXI.

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