sábado, junio 24, 2006

Asimov y el Tiempo

Hace varios días, empecé a leer una recopilación de historias de Isaac Asimov. Incluían una serie de comentarios sobre sus inicios y la forma en que fueron creadas. En ese libro, Asimov explica no sólo el miedo que tenía a que los editores rechazaran sus narraciones, sino también el placer que le produjo ver algunas de ellas publicadas en revistas de la época.

De sus principales argumentos, me conmovió la ingenuidad con que narraba algunos detalles y ciertos clichés de la época. Tanto es así que me hizo pensar sobre la interferencia del presente del escritor en la ciencia ficción. Muchas de aquellas ideas formaban parte de un presente que se perpetuaba con matices, por ejemplo el correo. Asimov narra las peripecias de dos carteros espaciales. Hoy en día, nos parecería ingenuo tales argumentos, porque tenemos algo nuevo y maravilloso que recibe el nombre de mail. Claro que, por entonces, lo conceptos de computador y ordenadores eran casi nulos. Hablo de mil novecientos treinta y ocho hasta mil novecientos cuarenta y dos.

Me impactó porque, digo yo, que sucederá lo mismo dentro de sesenta años, cuando nuestros biznietos se rían de nosotros por hablar de cosas tan simples e ingenuas como, quizás, viajes en el tiempo o la teoría de la relatividad. Quizás porque la ciencia ha avanzado a pasos de gigante, yo diría que incluso más en comparación, que nuestra propia imaginación (Al menos lo parece); debemos maravillarnos del camino recorrido por el hombre y la mujer, frente al ritmo del pasado, mucho más lento y torpe. Hoy la ciencia nos ha hablado mejor sobre lo que nos viene encima y las empresas de marketing también se afanan en vislumbrar un futuro brillante, que nos dejará con la boca abierta. Ciencia y dinero han creado un binomio que aparece en el telediario, aunque no seamos consciente de ello. Porque la ciencia, como cualquier producto, también ha de venderse.

Pienso, entonces. ¿Qué hubiera hecho un personaje como Asimov en nuestros días? Tal vez, si me permito lanzar mi imaginación y lo contrasto con lo que leí en sus libro; concluyo que no hubiera publicado nunca su obra y hubiese desistido de ser escritor. Reconoce, en el libro, que le daba pánico que nadie quisiera su trabajo. Y cuando uno de los editores le recomienda que escriba mucho porque pasarán más de diez historias antes de que publiquen una, él se lanza a la labor de conseguirlo. Con el bagaje literario y los cambios que se están sucediendo en el mundo literario en nuestra sociedad, me inclino por pensar que lo hubiera dejado. Tal vez, con algo de suerte, hubiese creado un blog en algún servidor y se hubiera entregado a una vida aburrida y una serie de páginas web en las que publicar.

Y no me comparo con él; que nadie se lleve a confusiones. Más bien lamento la ingenuidad del pasado, de un tiempo en el que costaba más escribir y hacer una novela suponía un esfuerzo mayor. Con máquinas de escribir ruidosas, sin ordenadores ni procesadores de texto, que nos simplifican las revisiones. Sin la posibilidad que nos brinda hoy internet de publicar nuestro trabajo, para quien quiera leerlo. Pagando, eso sí.

Yo no gano dinero por escribir, pero reconozco que me divierte. Incluso más que leer, aunque soy consciente de que haber dicho algo feo. Creo que en nuestra sociedad, Asimov se hubiera perdido en el tiempo, madurando como escritor anónimo. Algún día, hablaré más en profundidad de él, por ahora, basta con decir que reconoce que su carrera fue a mejor, pero a un ritmo lento en comparación con otros. Por lo menos, él lo consiguió … otros no tendremos tanta suerte.

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