sábado, julio 22, 2006

Grandes Villanos VI: Dr. Moriarty


Se dice que Sir Arthur Conan Doyle, creador del más famoso de todos los detectives privados del mundo, acabó cansado de escribir siempre alrededor de la figura de Holmes. No resulta difícil de entender que, como cualquier escritor de la época, deseara explorar otras muchas facetas de la literatura, pero sus fans no estaban interesados en que abandonara a su personaje más idolatrado. Un buen día decidió matarlo ¿Cómo te deshaces del más aclamado e inteligente de todos los detectives del mundo?

La primera idea que me viene a la cabeza sería que resbalara de la ducha; fácil y limpio. Aunque con toda seguridad, ni sería un final digno, ni un editor se atrevería a publicarlo. La solución de Sir Arthur fue algo más coherente, pero igual de simple que el resbalón; crear un igual al héroe capaz de derrotarle. El planteamiento del escritor se basa en un acto que, aunque no dudo que fuera reflexionado, denota algo de desesperación. Por un lado, necesitaba argumentar con precisión que la muerte de Holmes servía a un propósito y, en segundo lugar, le apremiaba la necesidad de que el honor del personaje se mantuviese intacto. De esa necesidad, surgió el Doctor Moriarty, enemigo acérrimo del detective y, según el propio Holmes, la mente más brillante después de él. En el libro, ambos se enfrentan cerca de las Cataratas de Reichenbach y mueren despeñados. El sacrificio de Holmes adquiere un sentido y le dignifica al mismo tiempo.

No es mi deseo entrar a juzgar las decisiones de Sir Arthur, simplemente necesitaba constatar el hecho de que a Holmes nunca le hizo falta Moriarty para alcanzar el éxito y, paradojas del destino, se le hizo indispensable para dar fin al héroe. Para la posteridad, su nombre va tan o más unido que el de Watson a la fama del detective. Puede parecer injusto y demuestra la fuerza que tiene un personaje antagónico dentro de la creación literaria. Sir Arthur no tenía la intención de robar protagonismo a sus personajes principales. Podría haber seguido narrando aventuras de Sherlock Holmes hasta su muerte y, tal vez, nadie hubiera echado de menos un villano a la altura del detective en esos libros.

Moriarty simboliza la inteligencia criminal. Hemos de tener en cuenta que hasta su aparición nadie es digno adversario para Sherlock Holmes. Los casos se suceden ante la voraz lectura de sus seguidores, sin que nadie eche de menos cierta dificultad añadida o, en su caso, un antagonista digno. Moriarty lo es y otros después de Doyle le acabarán usando como una herramienta para afianzar la leyenda de su personaje. Al amparo de la insistencia de sus lectores, Sir Arthur retomará las historias de Holmes antes de su encuentro con Moriarty y dará algo más de protagonismo al villano, pero no demasiado.

A Moriarty hemos de estudiarle a partir de su aparición en 1893. A diferencia de malvados anteriores al siglo veinte, Moriarty se nos presenta como un casi perfecto “gentleman”. Se le describe como una persona seria, apacible y con aire de reptil. También sabemos que cierto halo tétrico envuelve su presencia, no en vano es el dirigente de la mayor organización criminal de la época. Holmes dice de él que es “El Napoleón del Crimen” y como no dispone de fuerza bruta, tiene un lacayo a su servicio, el Coronel Sebastian Moran. No debiera extrañarnos teniendo en cuanta la época; hoy podemos pensar en grandes redes de extorsión que desarrollan complejas ramificaciones por el mundo; no obstante hace ciento quince años, la maraña que se describe Doyle en boca de Holmes resulta aterradora e impresionante. Hoy la mafia siciliana nos ha insensibilizado ante tales barbaridades. Por eso, precisamente, le llama Napoleón y la analogía no resulta casual: los ecos de la época napoleónica, que todavía recorrían las pesadillas de algunos británicos de finales de siglo, resultaba amenazador para los oídos británicos y golpeaba con fuerza para dotarle de un aspecto siniestro.

A pesar de todo lo dicho, todavía hay algo que sorprende en esa época y es la creación de alguien tan inteligente como personaje malvado. La inteligencia y, por otro lado, la flema británica hacía impensable que un matemático eminente y de prestigio como Moriarty – sí, es doctor en matemáticas – fuera alguien perverso y malvado. Insisto en que hoy no parece tan extraño; debemos situarnos en la ficción de finales del diecinueve. El choque de trenes que propone Sir Arthur Conan Doyle entre dos intelectos tan distintos y afines al mismo tiempo debió resultar irresistible para la época y, tal como pretendía el autor, el final digno que terminara con la vida de su personaje más aclamado.

Con el tiempo, el cine o la televisión se han encargado de enfatizar ese “archienemiguismo” con la intención de vender más y mejor los distintos productos que han ido saliendo y, como era de esperar, en mayor o menor medida han coqueteado con la enemistad entre Holmes y Moriarty. Han dado una impresión muy errónea de la verdad. El resultado ha sido retorcido en algunos casos, porque se ha enfatizado la figura de Moriarty, más de la que éste disfrutó en vida de su autor. En el lado positivo, la literatura dispone de un villano digno y respetado por el público – respetado en la idea de temido. En el lado negativo, tenemos culturalmente una idea poco veraz de la relación entre ambos personajes. A la larga, creo que ese ha sido un mal menor.

Personalmente, creo que Moriarty sobresale con valentía y descaro en dos libros que eclipsan la obra completa de Holmes ( “El Problema Final” y “El Valle del Miedo”), no desde el punto de vista literario sino del contenido. Resulta paradójico la voracidad del personaje, que sólo puede explicarse por la grandeza de Holmes. Me explico; construir un enemigo para un personaje tan amplio como Holmes, implica dignificar directa o indirectamente a su oponente. Por el hecho de situarlo a la altura de Holmes, adquiere ante la mirada del lector un status que no hubiera tenido de empezar al mismo tiempo. Así que Moriarty se aprovecha del éxito Holmes para irrumpir con fuerza y seriedad en la literatura de ficción. No olvidemos tampoco que si Holmes es el abuelo de las novelas de detectives y el precursor del género, Moriarty también lo es en su ámbito: la mente criminal del siglo.

Debemos aprender de Moriarty como malvado poco histriónico o estridente, que usa el recurso del que dispone para su propio beneficio personal. Es el precursor de una nueva era de maldad literaria en la que predomina la mente por encima de la fuerza para su provecho personal. ¡Quién sabe! Tal vez Moriarty fuera una avanzado a su época, aunque de lo que no me cabe duda, es que hoy hay muchos Moriartys en este mundo actuando de forma egoísta para su propio beneficio y pocos Holmes que puedan contenerlos.

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