sábado, julio 08, 2006

Grandes Villanos V: El Fumador


“Puedes matar a un hombre, pero no puedes matar la idea que defiende. No sin antes doblegar su espíritu. Eso es algo hermoso de ver.” “Todo aquel que puede apaciguar la conciencia de un hombre, puede llevarse su libertad.”

El Fumador es el antagonista más reconocido de la serie de ficción “Expediente X”. Recibe este nombre porque siempre se le ve con un cigarrillo en las manos y rodeado de una espesa columna de humo. Dentro de la serie, constituye el personaje contrapuesto al héroe, Fox Mulder. Conoce y participa activamente en una conspiración para ocultar la existencia de vida extraterrestre y encubrir a un consorcio de intereses que van desde gobiernos a entidades privadas. Se trata de un hombre que no parece responder ante nadie y que es capaz de sacrificar, incluso su vida, para lograr sus intereses. Aquello que protege está por encima de él y todo lo demás.

Analizando el personaje dentro de la serie, el Fumador adquiere un protagonismo que se contrapone a su enemigo de forma natural. Mulder es un gran defensor de la verdad y cree en “La Verdad” como si de una religión se tratara. Este villano, en cambio, no sólo defiende lo contrario, sino que participa de forma activa y directa para que el protagonista de la serie no logre sus objetivos. No es que insinúe que le falte personalidad, al contrario; el Fumador se acaba convirtiendo en un personaje complejo y con algunos matices que detallaré, pero es innegable que Carter construyó este personaje a la medida de su héroe y para su héroe: Mulder. Tanto es así, que hay momentos en los que se insinúa y afirma que el padre biológico de Mulder es el Fumador para intensificar ese antagonismo.

¿Qué simboliza el Fumador? Se trata de una respuesta compleja. En primer lugar, la mentira, por contraposición a la verdad. El Fumador es un maestro en encubrir y manipular para lograr los objetivos que desea. Para ello tampoco duda en sacrificar a quien haga falta: gente inocente, miembros del gobierno o incluso a su propia familia. La segunda idea que simboliza el Fumador es el mito de fausto trabajado y presentado de una forma muy simple, pero efectiva a los ojos del espectador con el hábito de fumar. El Fumador ha vendido su alma al diablo y está corrompido hasta las entrañas. El humo del tabaco es su tarjeta de visita. En tercer y último lugar, el Fumador también simboliza la soberbia.

Hace unos años, la imagen que tenía de este personaje era la de un ajedrecista agresivo que jugaba una partida de forma brillante para proteger a su rey. Hoy no lo tengo tan claro, pero la imagen ayuda a entender que el Fumador juega para proteger algo y cualquiera que se acerque a su rey puede morir o salir herido. La idea que me confundí con la partida de ajedrez, es la falta de escrúpulos del Fumador. Una falta de escrúpulos que se combina con una telaraña de mentiras, tan numerosas como crueles en algunas ocasiones. No existe tal partida de ajedrez, porque el Fumador manipula las reglas a su antojo para lograr sus objetivos: encubrir la existencia de vida extraterrestre. No hay mentira pequeña, ni insignificante que no le ayude en ese objetivo y que, por tanto, no se atreva a usar. De todas formas, saldrá impune.

Muchas veces intento catalogar a los personajes malvados dentro de los siete pecados capitales. Los personajes malvados de ficción acostumbro a catalogarlos en tres campos: el primero suele ser un cóctel triple de ira-odio-venganza, el segundo, también muy típico, es el de la codicia. El tercero, mucho más complejo si se construye correctamente, constituye la soberbia. El Fumador representa un caso de soberbia puro y duro, porque es el celote que esconde y guarda una realidad que nadie puede ni debe conocer. Él no se ve a sí mismo como una víctima más de aquello que protege, sino como el guardián y protector de una causa que ha jurado defender. Existen aquellos que conocen la verdad, los que la desconocen y luego está él como el guardián de la mentira y apóstata de la sociedad que dice defender. El Fumador lleva mucho más allá la línea de “todo para el pueblo, pero sin el pueblo”, hasta convertirla en un “todo por el pueblo porque yo hago que sea así”. Ejerce la depravación del patriotismo que denunciaba Wylde; sazonado con soberbia y orgullo.

El juego que practica dentro de la serie gira en torno a sus valores morales en contraposición a los valores que representa el héroe. Su encanto proviene de conocer las respuestas a unas preguntas que tanto los seguidores como los protagonistas de Expediente X buscan. No es extraño, por tanto, que algunos fans se hayan declarado enemigos; especialmente aquellos que ansían encontrar la verdad tanto como los protagonistas. El juego “héroe contra antagonista” se convierte en un trío que incluye al espectador, porque el Fumador es el último bastión de la verdad que tantas veces Mulder ha buscado en compañía de terceros. El Fumador es algo más que un villano al que se pretende derrotar. El espectador desea sonsacarle la información que precisa para una mejor comprensión de la mitología de Expediente X. Personalmente, me encantan las escenas de la serie en las que el Fumador hablaba con el Sindicato. Los guionistas solían darle frases interesantes que prolongaban la sensación de decir: “Aquí todos sabemos de lo que estamos hablando”; mientras el espectador aguardaba algo más.

Otro de los aspectos interesantes del personaje y que agudizan la sensación de soberbia, lo forman sus últimas intenciones. El Fumador disfruta de una vida miserable en la que su único objetivo es que el proyecto o la gran conspiración para la que ha trabajado toda su vida triunfe por encima de todo. No tiene remordimientos, ni sospecha que se ha equivocado de bando, porque le resulta irrelevante. Equivocado o acertado hay en él una determinación que sobrepasa los límites de la cordura y le confieren un carácter maligno y grotesco. Como decía antes, no sigue adelante por codicia, ni por ira, ni por venganza. Lo suyo es pura soberbia y orgullo. Cuando decide que hará una tarea, la llevará hasta el final, hasta sus últimas consecuencias y eso no le impide destrozar a su familia, a sus amigos o a la gente que le rodea.

Una de las preguntas más interesantes gira alrededor del cigarrillo y el tabaco. ¿Qué funcionalidad ejercen dentro de la serie y el personaje? Situemos las serie en 1994, donde todavía las leyes antitabaco no habían surgido con la fuerza que tienen en este siglo. Personalmente, opino que el tabaco simboliza la absoluta corrupción del personaje y también su podredumbre moral. Se trata de un hedor que le persigue y, a menudo en la serie, esto se simboliza con la colilla de un cigarrillo dentro de un cenicero. El Fumador ha estado allí y todos lo saben. Todos los malvados utilizan una marca para distanciarse. La serie Expediente X forjó un cambio en la manera de entender la televisión; dando protagonismo a personajes cultos e inteligentes, pero con los que al mismo tiempo cualquier espectador podía identificarse. Esta cotidianidad dentro de lo extraordinario relega al cigarrillo como un elemento fuera de la esfera, ya que se supone que una persona inteligente no debiera fumar. Sé que esta idea es discutible, pero no por ello deja de tener sentido. Sólo el Fumador, un hombre inteligente y malvado, sería adicto al tabaco y sucumbiría a tal adicción.

La fuerza del personaje no reside única y exclusivamente en su cigarrillo, ni en el hecho de que anteponga el proyecto a todo lo demás y mate sin reparos. El Fumador admira a aquellos que tienen tanta o más convicción que él y se insinúa en la serie que se ha enfrentado a este tipo de personas. No se trata de asesinar al hombre, sino también a la idea. El Fumador es consciente de que las convicciones son algo peligroso, para muestra él mismo. Su orgullo no le permite contentarse en disparar; debe destrozar la moral de aquél que represente la idea, hundirlo para, finalmente, liquidarlo sin que nadie le siga. Al menos, esa siempre ha sido su excusa para no matar a Mulder. En sus propias palabras: no basta con matar al hombre, primero se ha de doblegar su espíritu.

De las cualidades o rasgos más odiosos de este hombre, sospecho que el mayor es su insultante impunidad. Tiene que ver con la soberbia de que hablaba anteriormente, esa sensación que siempre muestra y que nos lleva a pensar que está por encima de la ley. Como buen malvado, esas pequeñeces le traen sin cuidado y no le rondan por la mente. Antes ya lo he comentado; existen las leyes, pero él no se siente obligado a cumplirlas. Son correctas para los demás; él se encuentra por encima.

¿Es un mártir tal vez? Esa es una pregunta que me ha carcomido durante bastante tiempo. El Fumador – esa es mi opinión – no se ve a sí mismo como alguien que se haya sacrificado, porque su trabajo lo ha hecho con convicción y los sacrificios le han parecido inevitables. En segundo lugar, no creo que haya soberbia en el martirio, sino más bien un odio o un miedo irrefrenable. Lo que sí me parece el Fumador es un fanático y un suicida de largo recorrido, alguien que ha ofrecido voluntariamente su vida para una causa dudosa y que le ha conducido a no tener que rendir cuentas a nadie. No personifica a un mártir porque al final del camino no obtendrá la redención y él lo sabe.

Existen muchas similitudes, sospecho que algunas por accidente, con un demonio: el humo del cigarrillo o las mentiras que acostumbra a decir, su impunidad etc. Hay una que no puedo resistirme a comentar, porque me resulta bastante llamativa. Se acostumbra a decir que la mayor hazaña del diablo consiste en haber convencido a la humanidad de que no existe. En el fondo, el Fumador hace lo mismo. Su trabajo consiste en tapar o cubrir la presencia de gente como él y, además, en maquillar la conspiración para la que han dedicado toda su vida. Así como muchos no creen el diablo, el Fumador logra que nadie crea en la conspiración que Mulder y Scully intentan destapar.

Admito que hay muchos paralelismos entre el diablo y el Fumador, aunque me resisto a creer que Carter o los guionistas que trabajaron en la serie quisieran ofrecernos esa imagen. Creo que buscaban un referente dentro de la conspiración que sirviera de faro en la cruzada en pos de la verdad que Mulder acometía y acabaron construyendo un personaje atípico y útil. De hecho, cuando la conspiración termina fracasando (más o menos) durante la sexta temporada, el Fumador desaparece de escena. Se trata de una prueba con fundamento de que el terceto Mulder/Fumador/Conspiración conformaban un eje bastante bien vertebrado. En el momento que cae la conspiración, le sigue el Fumador y Mulder en la octava temporada.

William B Davis, el actor que dio vida al Fumador, me parece que fue uno de los pocos que acabó por comprender la esencia de sus personaje y nos mostró un apoteósico final en el capítulo 7x15 titulado “En Ami” que él mismo escribió. En el episodio nos ofrece todas las virtudes del personaje y una moraleja triste y cruel. En ese capítulo vemos sus mentiras sin tapujos, constatamos su falta de escrúpulos y también su cara más manipuladora y seductora de serpiente. Tienta a Scully y no a Mulder, porque sabe las debilidades de ella y las usa a su favor con una maestría retorcida. Davis ofrece un final adecuado al personaje y demuestra que le comprende, cuando fuerza al Fumador a destruir una de las últimas pruebas de la conspiración y que, además, contiene la cura de su cáncer terminal. Davis sabe perfectamente que no hay redención para su personaje y que en su naturaleza está el ímpetu de destruir cualquier prueba de la conspiración, al precio que sea.

Me sabe mal no haber detallado más al personaje porque pretendía que los seguidores ocasionales de la serie pudieran comprender mejor al personaje. Espero poder escribir en el futuro algo más detallado y reflexivo. No será fácil.

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