jueves, agosto 10, 2006

Superman Ha Vuelto


Este post contiene información sensible relativa a la película. Que el lector lea bajo su cuenta y riesgo.





Superman se ha visto más fuerte que nunca con balas salpicándole en el ojo, por ejemplo, o deteniendo un avión en caída libre, algo que la tecnología de los años ochenta no estaba preparada para hacer.

Por fin se ha estrenado en las salas de cine la nueva película de Superman. Debo admitir que no debe ser fácil trasladar a la pantalla un cómic y sentir la presencia cercana de Christopher Reeve al mismo tiempo. Superman, y me refiero específicamente a la película, tiene un pasado cercano que no resulta fácil de desdeñar; condiciona a todos: director, actores, guionistas, productores etc. La película, además, ha pasado por muchas vicisitudes y se ha visto sometida durante demasiado tiempo al incesante devaneo de rumores y especulaciones; tanto que creo que ha condicionado a los propios miembros del equipo. Muchos pensábamos que se iban a estrellar o que no estarían a la altura. Pigmalión ha vuelto para reclamar un lugar en la pantalla y éste no es precisamente un héroe de ficción.

Por desgracia, el giro que le han dado a la historia para adecuarla a la primera década del siglo veintiuno, no se ha visto compensada con un guión de cierta calidad. Hollywood nos ha vuelto a servir un plato deliciosamente adornado de efectos especiales, aunque carente de profundidad en el fondo. En ese sentido poco podemos reprocharles porque Superman nunca se ha caracterizado por ser un personaje con un rica complejidad interior ( como lo es Spiderman o en cierta medida Batman ). Siempre ha sido alguien directo que estaba convencido de lo que hacía y ha representado unos valores muy concretos de justicia. En esta película, intentan transmitir cierto atisbo de conflicto personal, pero esto sólo es posible si el personaje toma las riendas de la escena. Si a Clark Kent no le dejan pronunciar más dos frases con verbo sujeto y predicado en toda la película, Superman no le va a la zaga. En tales condiciones, ni Bryan Singer ni ningún otro director puede pretender hacer un trabajo digno presentando al personaje con una duda existencial. El resultado es tan pobre como absurdo. Intentar dar más contenido al argumento sin dejar que los personajes hablen o se expresen es un grave error.

Del nuevo actor, Brandon Routh, sólo puedes pensar en el “follón” en que se ha metido. Mérito no le ha faltado. No me gusta ser duro con los actores, pero resulta tan evidente que, incluso un papel simple como el de Superman, le viene grande y aquí no está interpretando Shakespeare, ni Moliere. Parecerse al difunto Reeve o al dibujo del cómic original, no es motivo suficiente para liderar un proyecto tan ambicioso; y sin héroe … ¿Qué nos queda? No podemos culpar al actor por no tener el carisma de su predecesor, pero en una película tan ambiciosa es requisito imprescindible que el guionista, hasta un cierto punto, facilite las cosas a los actores y este guión no lo hace.

El guión deja poco a la imaginación, a la magia o al encanto de los personajes. Pondré un ejemplo. En el primer Superman, la escena en que el héroe y Lois se encuentran en el balcón para la entrevista respira cierta ternura y expectación. En esta versión me produjo una sensación de indiferencia insufrible. Lois es ahora una mujer moderna que se niega a admitir que busca a un príncipe azul y, además, se rebela contra su amante cuando no le puede dominar. Por otro lado, Superman sigue siendo un personaje de los años sesenta, incapaz de expresar sus sentimientos y con la misma conversación que un peluche de feria. La mezcla es poco menos que insostenible, porque aquí estamos hablando de Superman y no de una película de Woody Allen donde se explotan las diferencias de personalidad de cada uno. Aunque bien pensado, seguro éste último hubiera parido un guión mucho más divertido. ¿Os imagináis? Superman de Woody Allen.

Me empeño en comparar esta película con su predecesora por un motivo simple y es que esta nueva versión no es más que un refrito del guión original con la adaptación a una época más cercana. La lista de coincidencias es larga: el uso de la kriptonita, el plan de Lex Luthor, las correría de Clark por los maizales, el encuentro de Superman y Lois tras un accidente aéreo etc. Etc. También hay diferencias notables, algunas más interesantes que otras, por supuesto. Dos temas llamaron mi atención: las instalaciones del Daily Planet y el nuevo hijo de Superman.

El Daily Planet es el ejemplo magnífico que transmite el guión de “querer y no poder”. Intentan a toda costa crear un ambiente de trabajo periodístico similar al de los años sesenta o setenta y eso, por supuesto, es impensable en una redacción moderna. Esconden los ordenadores y visten a los actores a lo “retro”, pero no consiguen engañar a nadie, ni siquiera con esa cromado amarillento o dorado, reminiscencia de un pasado de tinta y carboncillo. Y luego está el hijo de Superman, del cual yo no tenía noticias y me tomó por sorpresa en la pantalla. Ahora sabemos, por fin, que detrás de ese paquete de color rojo bajo la cintura hay vida y también que Lois vive tras, al menos, un revolcón con el hombre de acero. Aunque la pregunta de verdad sigue siendo, ¿Se quitaría Superman los leotardos para hacer el amor? ¿O lo haría con todo el equipo puesto? Supongo que lo que más morbo les diera a la pareja. Podría seguir y seguir haciendo chistes fáciles, así que dejo a los espectadores que continúen por mí. No es de extrañar que sea lo más divertido de comentar cuando sales de la sala de cine.

La sensación que me ha dejado la película es que los guionistas han hecho un esfuerzo loable para adaptar el clásico a los tiempos modernos y los productores han hecho lo propio para presentar un clásico con la tecnología del siglo veintiuno. Superman se ha visto más fuerte que nunca con balas salpicándole en el ojo, por ejemplo, o deteniendo un avión en caída libre, algo que la tecnología de los años ochenta no estaba preparada para hacer. Pero los guionistas o el director han metido la pata en el momento que se han apartado ligeramente del espíritu original del cómic y han insertado conflictos emocionales más propios de un culebrón que de una héroe. Se puede perdonar a los responsables de la película la ambigüedad en el tiempo y se puede tolerar que luchen por hacer un personaje más original y tridimensional, aunque no a costa de caer una y otra vez en clichés y tópicos. Si se pretende hacer un Superman simple, háganlo simple. Si prefieren hacer un Superman complejo, entonces hagan una película para espectadores inteligentes. No basta con dos frases y tres efectos especiales, para decir que se ha hecho una película para parejas en el cine, pero con mensaje. Tan sólo han hecho el ridículo y, mientras las mentes simples que llenan los cines disfrutan de un rato agradable, personas más hambrientas, intelectualmente hablando, vuelven a sentirse insultadas por Hollywood.

Después de haber visto la película no me cabe duda de que la original con Reeve y Hackman sigue siendo mejor y los efectos especiales no compensan este último intento que deja a Bryan Singer en mal lugar, muy alejado de sus “Sospechosos Habituales”. La industria americana sigue teniendo el dinero y los aficionados al cine con dos dedos de frente o un título universitario seguimos pagando por ver un bodrio en la pantalla. No me extraña que la gente abandone día a día las salas. Desde hace dos años disfruto más con un buen libro que una buena película. ¿Por qué será?

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