martes, diciembre 19, 2006

La Guerra Interminable de Joe Haldeman

Excelente y muy recomendable libro del escritor americano Joe Haldeman. Aunque en su momento, sin duda alguna, fue una analogía crítica de la Guerra de Vietnam, actualmente resulta un libro mucho más genérico y universal que en el momento de su publicación en 1975. Haldeman logra transmitirnos la inutilidad y estupidez de la guerra a través de las vivencias personales de un hombre. Todo ello, bajo el prisma de la teoría de la relatividad y la ciencia ficción, que lo convierten en un libro entretenido y ameno.


En el fondo, el libro se disfraza de un aventura, aunque se trata de la aventura existencial del protagonista. Todo cuanto le sucede, se filtra a través de su propia mirada a veces crítica, a veces ingenua y siempre muy particular. Por eso mismo, el libro está narrado en primera persona y, entre los méritos del autor, está el hecho de que este punto pasa casi desapercibido. De hecho, no me di cuenta hasta que no me puse a escribir este pequeño análisis. La historia se construye mediante su rango militar que comprende su etapa inicial como soldado, su ascenso a sargento, su nuevo y breve ascenso a teniente y sus última misión como mayor. Así que asistimos a un viaje personal que comprende su carrera militar durante más de mil años. Sí, has leído bien; mil trecientos años.


Haldeman utiliza la teoría de la relatividad para presentar la guerra. De esta forma, mientras para los soldados un salto a velocidad luz les supone apenas unos meses de vida, en la tierra transcurren años o siglos enteros. Las batallas se suceden a muchos años luz de la tierra, así que el mando que lanza una misión nunca vive para ver su éxito o su fracaso; los soldados, en cambio, sí. Esta separación permite construir una compleja e intensa soledad en el protagonista y los demás personajes de la historia. Además, esta intrincada forma de guerrear favorece la alienación de los personajes respecto a la sociedad en la que nacieron y la que encuentran en cada regreso. Por eso, nunca pueden adaptarse al cambio de la vida en la tierra y optan por seguir en la guerra porque, en el fondo, es lo único que conocen y lo que permanece familiar en sus vidas.


Pero el libro no sólo se llama “La Guerra Interminable” porque dure tantos años, sino porque William Mandella, el protagonista, no puede desembarazarse de esta guerra. Haldeman da por sentado a la mitad del libro que la guerra sólo terminará cuando el protagonista muera. El mando militar se describe como uno de los causantes para tal agonía, hasta el punto de que manipulan a los soldados para que regresen a la guerra y obligan a los supervivientes a reengancharse una y otra vez con medios más que dudosos. No es de extrañar que para Mandella, esa guerra no tenga fin y no pueda desquitarse de ella.


Hay muchos elementos que me encantan de libro y me sorprendieron cuando lo leí por primera vez. Para mí, lo más interesante es el talento de Haldeman para extrapolar lo que él conoce de la guerra a la ciencia ficción. Usa perfectamente los recursos de la ciencia ficción con un propósito; pongamos ejemplos, pero antes debo avisar al lector de que a partir de este punto hay material que detalla la historia y puede arruinar la lectura (spoilers).



La primera misión en la que Mandella es un soldado y recibe entrenamiento me resultó muy dura y cruel. El escritor consigue transmitirnos la idea de que los militares no saben a qué se enfrentan, pero eso no les preocupa ni le amedrenta. Entrenan con material poco apto, a veces demasiado peligroso, pero ello tampoco impide que sigan adelante con su misión. Están dispuestos a atacar a un enemigo del que no conocen nada y, como es de esperar, los errores de inteligencia aparecen. El escenario para el que se entrenan, acaba no teniendo nada que ver con el escenario real. Los enemigos no acaban siendo lo que ellos creen que son, ni tampoco su comportamiento. Los compañeros mueren por nada y la guerra se muestra mucho más ilógica y ambigua de lo que creían. El clímax de esta posición aparece cuando Mandella reconoce que disparó porque había sido manipulado y sugestionado para hacerlo, no porque estuviera en peligro.


El regreso es otra dosis de realismo y crueldad por parte del autor, porque consigue el objetivo de mostrarnos los problemas de la guerra y sus consecuencias bajo el prisma de la ciencia ficción. Cuando Mandella regresa a la Tierra, los militares manipulan a la opinión pública para hacerles creer que han sido héroes y su batalla justa, aunque en el fondo sólo haya sido una carnicería controlada por hipnosis. Mandella no encuentra consuelo en su regreso por varios motivos; en primer lugar por su estado de ánimo, culpable y atormentado, y en segundo lugar porque su mundo ha cambiado tanto en esos años que apenas lo reconoce y no lo reconoce como propio. Eso y el empujón manipulador del mando militar, le obligan a volver al combate con falsas promesas que ya no pueden engañarle. Descubre que las promesas de bienestar y riqueza tras haber servido a su país o su planeta eran falsas y, lo que es peor, no puede denunciarlo ni puede rebelarse. Su única salida consiste en mirar hacia adelante, donde tampoco tiene nada.


El resto ya sucede todo por inercia. Haldeman logra transmitirnos la idea de que el protagonista no es un héroe, sino una persona normal que ha sido víctima de las circunstancias y que sigue su camino porque no le queda más remedio. Sus alicientes, como el amor de una mujer, acaban por desaparecer por culpa del mundo en el que vive. Atrapado, no puede luchar ni desquitarse de lo único que conoce, a la vez que observa que el mundo que más seguridad le ofrecía también evoluciona y cambia. El ejército que él conocía de soldado ya no es el mismo cuando asciende a mayor. Tampoco lo es la visión que tienen los demás de él, ni el prisma con el que juzga la sociedad militar a la que debe adaptarse. Ni siquiera cuando alcanza el grado de mayor y es un mando militar, el entorno se adapta a su forma de vida. Es la sociedad y los nuevos subordinados los que luchan contra él y le juzgan como un anacronismo o un vejestorio. De la misma forma que hoy juzgaríamos a un “caballero de la mesa redonda” dirigiendo un batallón militar del siglo XXI.


Lo que siempre queda patente durante las páginas del libro es la inutilidad y sin sentido de la guerra que han emprendido. Haldeman utiliza con gran maestría a su personaje Mandella para hacernos ver lo largos y desquiciantes que pueden ser los conflictos bélicos hasta el punto de reconocer que llega el momento en el que ya no sabes por qué se está luchando, ni para quien. Otro de los aciertos del escritor tienen que ver con el final, en el que la guerra acaba casi de la misma forma que empezó; sin saber muy bien por qué, ni cómo. La información que tiene el lector es la misma que recibiría un soldado y la sensación final resulta desconcertante. Se ha luchado sin saber por qué y sólo podemos dar gracias de que, al final, todo haya acabado. No hay vencedores, sólo vencidos en una guerra que ha sido eterna en el tiempo y a los ojos del protagonista.


Después de tanto desasosiego emocional y el fin de una guerra estúpida llega el consuelo para el protagonista. El autor es condescendiente con su personaje, de eso no hay duda. Ofrece un final feliz y poco verosímil con la inercia que mantiene el libro de autodestrucción y los comentarios que hace el superviviente durante toda la lectura donde se entreve que nada puede terminar bien. Al principio me produjo una sensación agridulce, pero he comprendido que el pobre Mandella se merecía un final feliz y, en segundo lugar, una historia narrada en primera persona es poco más que absurda cuando el protagonista muere al final del relato. Por eso mismo, he acabado aceptando el dulce destino del protagonista, no porque sea el más adecuado para esa historia, sino porque era el más justo de entre todos los posibles.


En resumen, esta novela combina perfectamente mensaje con historia. Sin duda alguna, se trata de un ejemplo de novela de ciencia ficción. El autor logra fundir en la misma historia una visión moral de la guerra y una historia ficticia. Creo que son necesarias muchas más novelas como esta para lograr que la ciencia ficción gane prestigio día a día. Con autores como Haldeman seguro que será así.